En julio de 2005 vine al mundo. Nadie me preguntó si quería nacer, pe- ro el caso es que... nací.
Cuando abrí los ojos, descubrí que tenía un papá y una mamá.
Si alguien me pregunta qué es un papá y una mamá, yo le diré que son dos personas que me cuidan, me protegen, me dan de comer, me regañan..., ¡uf!,
a veces pienso que demasiado..., y que me quieren muchííísimo. Pero sobre todo..., que cuando estoy triste, siempre saben qué palabras decirme para que deje de estarlo.
En septiembre de 2008, empezé a ir a un sitio al que los mayores llaman "colegio". Nadie me preguntó si quería ir, pero el caso es que... fui.
Allí descubrí que había otros niños muy parecidos a mí; tenían mi edad,
y sentían lo mismo que yo: miedo, curiosidad..., y poco a poco... seguridad, confianza, alegría...
¡Ah!, ¡y también conocí a mi profesora!, aunque yo prefiero llamarla Cris-
tina o Danova. Si alguien me pregunta qué es un profe-sor o una profesora,
yo le diré que es una persona que me cuida, me protege, alguna vez me da
de comer, me regaña..., ¡uf!, a veces pienso que demasiado..., y quiero pen-
sar que, también me quiere un poquito. Pero sobre todo..., que cuando estoy triste, siempre sabe qué palabras decirme para que deje de estarlo.
¿pero.. entonces, para qué sirve una profesora...?, ¡si hace lo mismo que
una mamá!, pues no..., porque una profesora también te enseña muchas co-
sas que papá o mamá no pueden o no saben enseñar.
A veces, le cojo la mano y la miro desde abajo, porque los profesores
son muy grandes, ¿sabes...?, y busco su mirada, hasta que me sonríe, por-
que sé que esa sonrisa... es sólo para mí.
Pero ahora ya soy mayor, o eso me han dicho, y por eso, el curso que vie-
ne ya no podré seguir teniendo de profesora a Cristina o Danova
Me pongo muy triste cuando pienso en ello. Ya no volveré a sentarme en
mi sillita, ni en la alfombra de hablar, donde siempre reíamos demasiado...,
ni volveré a colgar el abrigo en mi percha, donde pone MI NOMBRE... por-
que Cristina o Danova quitará mi nombre y el de mis compañeros de todos nuestros "rincones": de la percha, de la mesa... donde tantas veces escribí
y dibujé.
Ya no volveré a cogerle la mano a Cristina o Danova, mirándola desde
abajo y buscando su mirada, y una sonrisa... que sólo es para mí.
¡Pero no debo estar triste!, o eso me dicen los mayores, porque, aunque
ya no esté escrito mi nombre en la mesa, ni en la percha... quedará escrito
en el corazón de mi profesora, ¿ya he dicho que prefiero llamarla Cristina o Danova...?, igual que el suyo quedará en el mío para siempre... en el rincón
de los recuerdos imborrables.
Cristina o Danova quitará el nombre de CYNTHIA, de MARIO, de DA-
NIELA, de IVÁN, de LARA, de DAVID, de MONA..., pero escribirá otros.
Los de otros niños de tres años, que cogerán a Cristina o Danova de la ma-
no, y la mirarán desde abajo...
Así que, ¡a todos los niños y niñas de tres años que vais a empezar el co-
le, en el curso que viene: preparaos para disfrutar y aprender un montón!,
¡qué suerte tenéis de tener a Cristina o Danova como profesora!
Dice mi mamá que sería muy triste que Cristina o Danova, no llegue a sa-
ber nunca lo mucho que la quise, y lo muchísimo que significó para mí, así
que, ella lo ha escrito por mí.
Después de mi mamá, y de mi abuela, Cristina o Danova ha sido lo más parecido a una madre que he tenido.
Hasta siempre...
3 comentarios:
uffffffffffffffffff, otra vez más lágrimas... es una carta preciosa!!
No se puede decir mejor...Cristina, ni Yaiza ni yo te olvidaremos nunca. Gracias por todo. Patricia
MARIMÍ dijo: ¡qué sorpresa ver publicada esta carta!; nos sumamos a lo dicho: MUCHÍSIMAS GRACIAS, CRISTINA, y como diría Cynthia: ¡un beso, Cris!
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